Cuba: Datos sin lupa
30 datos que muestran la fortaleza de la Revolución cubana en vísperas de su 53 aniversario.


Como dijera el escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano, cuando se trata de Cuba, los grandes medios de comunicación, “aplican una lupa inmensa que magnifica todo lo que allí ocurre cada vez que conviene a los intereses enemigos, llamando la atención sobre lo que pasa en la Revolución, mientras la lupa se distrae y no alcanza ver otras cosas importantes”.
Entre esas cosas importantes que no alcanza a ver la lupa inmensa, llamo la atención sobre 30 datos que muestran la fortaleza de la Revolución cubana en vísperas de su 53 aniversario.
  • 8 millones 913 mil 838 cubanos participaron en el debate del Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, previo al VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, registrándose una cifra superior a tres millones de intervenciones.
  • Un 68 % de los Lineamientos fueron reformulados luego del debate con el pueblo cubano.
  • 313 Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución fueron aprobados en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.
  • En la actualización del modelo económico cubano, hasta la actualidad, se han puesto en vigor 7 Decretos-Leyes del Consejo de Estado, 3 Decretos por parte del Consejo de Ministros, y 66 resoluciones e instrucciones de ministros y jefes de entidades nacionales.
  • Más de 800 millones de pesos destinará el Estado cubano al otorgamiento de subsidios a personas con bajos ingresos, como parte de la Ley de Presupuesto para 2012.
  • El gobierno cubano destinará 17 mil 347 millones 800 mil pesos a Educación, Salud y otras necesidades sociales en el presupuesto del año 2012.
  • En el presupuesto del 2012 se asignarán unos 400 millones de pesos a la protección a personas con situación financiera crítica -entre ellos discapacitados e impedidos y a los considerados disponibles en el proceso de reordenamiento laboral.
  • El Presupuesto del Estado termina el año con un déficit estimado de 3,8 % con relación al Producto Interno Bruto, cumpliendo el límite de déficit aprobado por la Asamblea Nacional en la Ley de Presupuesto 2011.
  • El Producto Interno Bruto crece en 2,7 por ciento en el año 2011.
  • Al cierre del 2011, la productividad de todos los ocupados en la economía, crece 2,8 %.
  • Más de 357 mil cubanos ejercen el trabajo por cuenta propia.
  • 33 medidas fueron aprobadas por el Consejo de Ministros y entraron en vigor el pasado septiembre para continuar flexibilizando el trabajo por cuenta propia.
  • Más de 2,5 millones de turistas arribaron a Cuba en el 2011.
  • Se produjeron unos 4 millones de toneladas de petróleo y gas en el presente año.
  • La tasa de Mortalidad infantil en Cuba se encuentra por debajo de 5 por cada mil nacidos vivos.
  • La esperanza de vida es de 78 años.
  • 186 países condenaron bloqueo genocida de Estados Unidos contra Cuba durante la Asamblea General de la ONU en octubre pasado.
  • Cuba obtuvo el segundo lugar en los Juegos Panamericanos de Guadalajara con 58 medallas de oro.
  • El Consejo de Estado de la República de Cuba acordó indultar a más de dos mil novecientos sancionados.
  • Cuba ocupa el lugar 51 entre todos los países, en el informe sobre desarrollo humano de la ONU,  con un desarrollo humano alto.
  • El 14 de diciembre se celebró el primer  aniversario de la primera red social digital de contenidos de Cuba, EcuRed, con cerca de 80 mil artículos enciclopédicos.
  • Más de 40 mil colaboradores cubanos cumplen  misión en más de 70 países.
  • Más de  3 millones de personas se han alfabetizado a partir del método cubano Yo Sí Puedo, tras ser aplicado en casi tres decenas de países de distintas partes del mundo.
  • Con el inicio del curso escolar 2011-2012, el pasado 5 de septiembre, abrieron sus puertas más de 60 universidades de la isla, con una matrícula de cerca de 500 mil alumnos.
Quien no consigue ver esto a través de la célebre lupa, es porque se aferra a su ceguera.

 QUE SIGNIFICA SER HOY COMUNISTA?

Hoy día hablar de comunismo no está muy "de moda"; es más, a cualquiera que se precie de defenderlo, el discurso dominante con mucha facilidad puede tildarlo de anacrónico, desfasado, dinosaurio de tiempos idos. Quizá, jugando con los versos de Rafael de León, podría decírsele: ¿comunismo? "¡Pamplinas! ¡Figuraciones que se inventan los chavales! Después la vida se impone: tanto tienes, tanto vales".

Aunque la caída del muro de Berlín –y con esa caída, la puesta entre paréntesis de los sueños de transformación del mundo– ha abierto una serie de interrogantes aún por responderse respecto al socialismo real, la pregunta que da título al presente escrito necesita hoy de imperiosas respuestas, quizá más imperiosas y urgentes que años atrás.


Desde el surgimiento del pensamiento anticapitalista en los albores de la gran industria europea, allá por el siglo XIX, e incluso después de la puesta en marcha de las primeras experiencias socialistas en el siglo XX, con la Rusia bolchevique, con la República Popular China, estaba bastante claro qué significaba ser comunista. Hoy, a inicios del siglo XXI, luego de toda el agua corrida bajo el puente, la pregunta tiene más vigencia que antes incluso.


Las verdades que inaugura el Manifiesto Comunista en 1848 siguen siendo válidas aún hoy; y sin duda, en tanto verdades universales, lo serán por siempre dado que develan estructuras de la naturaleza social misma: la explotación a partir de la apropiación del trabajo ajeno, la lucha de clases como motor de la historia, la violencia en tanto "partera de la historia", las revoluciones sociales como momento de superación de fases de desarrollo que signan el devenir humano. Todas estas verdades son expresión de un saber, por así decir, objetivo, neutro, científico en el sentido moderno de la palabra –los conceptos científicos no tienen color político–. Otra cosa es el llamado a la práctica que esas formulaciones teóricas posibilitan, es decir: la acción política; y para el caso, la revolución.


Dicho rápidamente: el comunismo como expresión teórica y como práctica política no ha muerto porque la realidad que le dio origen –la explotación de clase, las distintas formas de opresión de unos seres humanos sobre otros seres humanos (de clase, de género, étnica)– no ha desaparecido. En tanto persistan las inequidades y las diversas formas de explotación humana, el comunismo en tanto aspiración justiciera seguirá vigente.


Con la desaparición del campo socialista de Europa del Este hacia la década de los 90 del pasado siglo, la vorágine triunfalista del capitalismo ganador de la guerra fría arrastró al mundo a una suerte de aturdimiento intelectual, presentando el descrédito del comunismo como la demostración de su inviabilidad. Tan grande fue el golpe que, por algún momento, la prédica triunfal pareció ser verdadera: el comunismo no era posible. Y todos llegamos a creerlo.


Hoy, a más de quince años de esos acontecimientos, con una China que ha tomado caminos que, si bien no han derrumbado el comunismo al menos abre interrogantes sobre lo que el mismo significa, y con un talante planetario donde decirse de izquierda conlleva una carga casi despectiva, vale la pena –más bien: es imprescindible– plantearse la pregunta: ¿qué significa en la actualidad ser comunista?


Las injusticias, la explotación, la apropiación del trabajo ajeno, la lucha de clases, todo ello sigue siendo la esencia de las relaciones sociales. Es más: caída la experiencia soviética, el capitalismo ganador ha avasallado conquistas de los trabajadores conseguidas con sangre durante décadas de lucha, entronizando un modelo neoliberal que retrotrae peligrosamente la historia. Capitalismo triunfante, por otro lado, que se alza unilateral, insolente, con una potencia militar hegemónica –Estados Unidos de América– dispuesta a todo, con una posición provocativa que puede llevar al mundo a un holocausto nuclear, y que no ofrece –ni lo pretende, pero además, no podría lograrlo– soluciones reales a los problemas crónicos de la humanidad. Capitalismo triunfante sobre las primeras experiencias socialistas habidas pero que, pese a un descomunal desarrollo científico-técnico, no consigue remediar los males humanos de la pobreza, de la escasez, de la desprotección. Si todo esto continúa, –y tal como van las cosas, pareciera que tiende a aumentar– el comunismo, en tanto expresión de reacción ante tanta injusticia, lejos de desaparecer tiene más razón de ser que nunca.


Las vías de construcción de los primeros socialismos, por innumerables y complejas causas, quedaron dañadas. Pero de ningún modo ello autoriza a decir que las injusticias desaparecieron, y menos aún que las expresiones de búsqueda de mayor armonía y equidad social se hundieron igualmente.


Hoy por hoy, aunque el discurso hegemónico ha llevado los valores del capitalismo triunfal a un endiosamiento nunca antes visto en otros modelos sociales, la protesta de los excluidos sigue estando. Y pasados los primeros años del aturdimiento post guerra fría, vuelve a hacerse notar. Dicho así, entonces, el comunismo no ha desaparecido y está muy lejos de desaparecer, porque las injusticias continúan siendo la esencia cotidiana de la vida de los seres humanos. ¿Pero por qué este rechazo en decirnos claramente, con todas las letras, "comunistas"? ¿Pasó a ser el comunismo una "pamplina de chavales"?


Las injusticias y las protestas continúan. Aunque la voz triunfal del capitalismo se levantó sobre la emblemática caída del muro de Berlín proclamando que "la historia terminó", a cada paso la experiencia nos demuestra que ello no es así. Para prueba, ahí están los movimientos que recorren nuevamente Latinoamérica, protestas y reivindicaciones campesinas, la Revolución Bolivariana en Venezuela como propuesta de una integración continental alternativa a los tratados de "libre" comercio impuestos por Washington; ahí está la reacción de los pueblos europeos diciendo "no" a una constitución política ultraliberal centrada en el gran capital que intenta desconocer conquistas populares históricas y desmontar los estados de bienestar; ahí está la resistencia iraquí; ahí está el pueblo palestino alzándose contra el genocidio. Protestas éstas a las que debe sumársele un amplísimo abanico de fuerzas contestatarias, progresistas, propulsoras también de cambios sociales: ahí está la reivindicación del género femenino ganando espacio día a día; ahí están todas las luchas antirracistas a partir de las reivindicaciones étnicas; ahí está una conciencia ecológica que va ganando terreno en todo el mundo para ponerle freno a la voracidad consumista y a la depredación planetaria realizada en nombre del lucro privado; ahí está un sinnúmero de voces que se alzan contra diversas formas de discriminación y/o opresión –sexual, cultural, contra la guerra, por derechos específicos–. ¿Son comunistas todas estas expresiones?


Sin dudas nadie se atreve a llamarlas así hoy día. Lo cual nos lleva a las siguientes reflexiones: a) la prédica anticomunista que la humanidad vivió por años durante prácticamente todo el siglo XX ha tornado al comunismo un siniestro monstruo innombrable, y b) hay que redefinir, hoy por hoy, qué significa ser comunista.


Sobre la primera consideración no es necesario explayarnos demasiado; archisabido es que si un fantasma comenzaba a recorrer Europa a mediados del siglo XIX, el fantasma que recorrió el mundo con una fuerza inusitada durante el XX se encargó de satanizar con ribetes increíbles todo lo que sonara a "crítico", a "contestatario", haciendo del término comunismo sinónimo inmediato del mal, de terror, de fatalidad deplorable, diabólica y pérfida, presentificación en la Tierra del peor y más deleznable de los infiernos. La prédica, por cierto, dio resultado.


Pero más allá de esta consecuencia producto de una despiadada política desinformativa del capitalismo, ¿por qué hoy día es tan difícil reconocerse comunista?


Ello lleva a la otra consideración que mencionábamos: ¿se puede, efectivamente, seguir siendo comunista hoy día? Pero, ¿qué significa ser comunista?


El comunismo, en tanto formulación conceptual en buena medida recogido en esa brillante creación intelectual que fue su Manifiesto publicado por Marx y Engels a mediados del siglo XIX, se mueve en el ámbito de lo sociopolítico, sea como lectura crítica, sea como guía para la acción práctica. El meollo toral de todo su andamiaje pasa por la lucha de clases sociales, motor último de la historia humana. Si contra algo luchan los comunistas, buscando su superación justamente, es contra la injusticia social, contra la explotación del hombre por el hombre. En tal sentido, comunismo es sinónimo de "búsqueda de la igualdad". Siendo así, entonces, el comunismo no está muerto: la igualdad social entre los seres humanos sigue siendo una agenda pendiente. Por tanto, su búsqueda continúa siendo una aspiración comunista en el sentido más cabal del término. Otra cuestión –que no tocaremos acá– es el tipo de medios a utilizarse para la concreción de la tarea: guerra popular prolongada, lucha armada de una vanguardia, incidencia parlamentaria, elecciones presidenciales en el ámbito de la democracia representativa.


Seguramente por miedo, por efecto de la monumental propaganda anticomunista desplegada en décadas pasadas, por cuestionables experiencias que nos dejó el socialismo real, o por una sumatoria de todas estas causas, hoy día la tendencia no es usar el término "comunista"; por el contrario, quienes portaban ese nombre se lo han sacado de encima. La "moda" anda por otro lado.


Pero más allá de "modas", el estado de inequidad que dio nacimiento a un pensamiento comunista un siglo y medio atrás aún sigue vigente. Por tanto, con las adecuaciones del caso, sigue también vigente el instrumento forjado para enfrentarlo. A quienes seguimos creyendo que es necesario buscar un mundo más justo, más solidario, más equitativo, ¿nos da miedo llamarnos hoy comunistas? ¿Nos avergüenza el estalinismo, las "dictaduras del proletariado" que tuvieron lugar en el socialismo real? (más dictaduras que otra cosa). ¿Realmente logró mellarnos la propaganda capitalista con su inacabable cantinela anticomunista? ¿Ganamos algo cambiándonos el nombre? ¿Qué ganamos?


Sin dudas lo que propone el Manifiesto Comunista de 1848, aunque sigue siendo válido en su núcleo, necesita adecuaciones. Un siglo y medio no es poco, y muchas cosas, por diversos motivos, no fueron consideradas en aquel entonces. El comunismo se ocupó de la lucha de clases pero dejó fuera otras opresiones: no puso particular énfasis en la explotación del género masculino sobre el femenino ni consideró la temática de las discriminaciones étnicas. Por el contrario, incluso, peca de cierto eurocentrismo civilizatorio.


Tal como se dijo anteriormente, en la actualidad asistimos a un sinnúmero de fuerzas progresistas que, sin decirse comunistas, abren una crítica sobre los poderes constituidos, sobre el ejercicio de esos poderes, sobre las distintas formas de opresión vigentes. Fuerzas, en definitiva, que buscan también un mundo más justo, más solidario, más equitativo. Fuerzas que sin llamarse comunistas en sentido estricto, son definitivamente comunistas en su proyecto, en tanto entendemos que comunismo es la búsqueda de "otro mundo posible", ese mundo más justo, más solidario, más equitativo.


Y esto, elípticamente, contesta la pregunta inaugural: ser comunista –aunque hoy día asuste, incomode o fastidie el término, aunque esté "pasado de moda" llamarse así, aunque su uso fuerce un debate en torno a qué entender por revolución y cómo lograr la justicia–, ser comunista, entonces, no es una "pamplina", pasajera "figuración de chaval". Es luchar por un mundo más justo, más solidario, más equitativo. Esa lucha, por tanto, no se agota con una nueva organización económico-social, con una nueva relación de fuerzas en torno a las clases sociales; necesita también de cambios en la relación de poderes entre los géneros, en la consideración del otro distinto, en el respeto a la diversidad.


Creo que después del aturdimiento de la caída del muro –que provocó mucho ruido, sin dudas– ya va siendo hora de dos cosas: 1) quitarnos el miedo, el estigma de usar la palabra "comunismo", y 2) sobre la base de las lecciones aprendidas en el siglo XX, abrir un serio debate no sobre cómo nos designaremos (¿no nos gusta "comunista"?, ¿es mejor decirse "de izquierda"?, ¿queda más elegante "revolucionario"?, ¿y qué tal "luchadores por la justicia"?) sino sobre cómo lograr efectivamente ese mundo más justo, más solidario, más equitativo

MUAMMAR AL GADHAFI NO HA MUERTO
 “Es mejor morir de pie, que vivir de rodillas “El Che
“deben continuar resistiendo incluso si ya no pueden escucharme más”. Muammar Gadhafi...

Por: Partido Comunista de El Salvador PCS

Hemos observado las agencias internacionales de noticias de los imperialistas informar sobre la supuesta muerte del líder de la revolución Verde Muammar Al Gadhafi. Quienes con tanta alevosía e hipocresía repiten como una caja de resonancia asegurando su muerte.
Si la información es confirmada, diremos claramente: Gadafi no ha muerto, vive en cada  fusil que alza y se alzara contra los tiranos, contra los invasores imperialistas, contra los mercenenarios del CNT.
El pueblo Libio ha demostrado y ha decidido no caer en las garras de las jaurías imperialistas, quienes combativamente han decidido vencer o morir.
Estamos claros que esto solamente empieza, Libia es un Pueblo con dignidad y no desmayara jamás.
Caerá un hombre, pero jamás se detendrá el proceso revolucionario por una sociedad comunista en Libia. La resistencia  del pueblo Libio no cesara jamás contra los invasores.
El imperialismo yanqui junto con  los que se están robando el botín en Libia jamás podrán dominar este mundo.
Nuestros pueblos se están alzando por la conquista del poder, acercándose aceleradamente al  derrocamiento de los opresores, combatiendo al enemigo y castigando a los esbirros.
 VIVA LIBIA LIBRE     
VIVA LA RESITENCIA ARMADA 
VIVA MUAMMAR GADHAFI


LEVANTATE LIBIA CONTRA LOS IMPERIALISTAS

Gaddafi reaparece en un mensaje radial y advierte: “Victoria o muerte”

El líder libio, Muammar Al Gaddafi, se comunicó con su pueblo este martes por la noche a través de un mensaje radial donde proclamó: “Victoria o muerte contra la agresión” de las fuerzas opositoras del autodenominado Consejo Nacional de Transición (CNT).
Esta es la primera vez que el mandatario se dirige a los libios desde que los opositores atacaron Trípoli y tratan de obtener el control total de la ciudad.
De igual forma, Gaddafi afirmó que “su retirada del complejo presidencial Bab al Aziziya en Trípoli ha sido solo un movimiento táctico”.
Indicó que el complejo de Bab al Aziziya ha sido echado abajo a raíz de los 64 bombardeos perpetrados por la OTAN.
El portavoz del Gobierno de Libia, Moussa Ibrahim afirmó a la cadena Al -Orouba que el gobierno de Gaddafi podría resistir durante meses o años y apuesta por convertir a Libia en “un volcan de lava y fuego”.
“Nos subestima la OTAN, desconoce la fuerza del pueblo libio, de las tribus libias”, resaltó.
Moussa Ibrahim informó que más de seis mil jóvenes se alistaron y se trasladaron desde la Zert a la capital para enfrentar a los mercenarios.
El portavoz del gobierno libio, aseguró que el 80 por ciento de Trípoli permanece bajo control gubernamental. “El Estado libio permanece intacto” reafirmó.
Más temprano también se conoció que el líder libio se encontraba en Trípoli “sano y salvo” y que no tenía intenciones de salir de la nación norteafricana, según confirmó el presidente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), el ruso Kirsán Iliumzhínov, quien se comunicó vía telefónica con el coronel.
“Estoy sano y salvo. Me encuentro en Trípoli y no tengo intención de abandonar Libia. No se crean las informaciones falsas de las televisiones occidentales”, citó Iliumzhínov las palabras de Gaddafi.
El ajedrecista ruso detalló que la información la obtuvo en conversación telefónica con el líder libio.
En los últimos días, los ataques de la OTAN y de los opositores han dejado más de 1.300 muertos y 5.000 heridos, según las últimas cifras emitidas por el Ministerio de Salud.
Aunque el autodenominado Consejo Nacional de Trancisión (CNT) anunció el inicio de la tranformación de la “nueva Libia”, el sur del país se encuentra bajo el poder del Gobierno y la ciudad de Trípoli está controlada en un 80 ciento.
MUR CONMEMORA 81 ANIVERSARIO DEL PCS                            

En esta fecha, 30 de marzo se funda en las riberas del lago Ilopango, el Partido Comunista de El Salvador PCS, quien a partir de ahí, dio una batalla enorme, una batalla gigantesca, a pesar de su pequeñez y su novatez, combatir ferozmente a la burguesía explotadora.
Una lucha grandiosa que el PCS supo mantener hasta el final en 1995, dejando una huella muy marcada en la sociedad salvadoreña durante los 65 años de existencia.
El PCS hizo historia en el movimiento sindical, pues había alcanzado un nivel de lucha organizada como en la década de los 50, 60 y 70. Esa lucha sindical nunca estuvo desligada del movimiento popular y del movimiento político; por eso pudo el pueblo salvadoreño sostener una guerra que desgasto fuertemente a la juventud en los lados contendientes.
El comunismo como doctrina y como ideología no puede desaparecer porque tiene fuertes bases científicas. Por eso ha renacido el PCS, un 27 de marzo de 2005, creciendo entre las masas populares, lentamente pero creciendo.
A nivel mundial el comunismo se va desarrollando. Ahora hay partidos comunistas en casi todo el mundo. Incluso en los países del antiguo campo socialista, donde los comunistas sufrieron persecución en algunos países.
En los países del capitalismo avanzado también existen partidos comunistas, que luchan junto con su pueblo. En este momento el partido comunista de Grecia sostiene una lucha  de grandes proporciones contra el gobierno neoliberal, quien ha descargado sobre el pueblo la gran crisis económica que sufre. Pero que la gran burguesía es la que sale gananciosa, como sucedió en la crisis del 2008 en Estados Unidos.
En América Latina todos los países tienen por lo menos un Partido Comunista, la gran mayoría con Ideología Marxista Leninista. Decimos esto porque hoy Partidos Comunistas que no son Marxistas – leninistas, de estos más abundan en los países de Europa. Estos Partidos son los que se suman a las políticas del gran capital, y a las tendencias del imperialismo Neocolonial

La jauría se lanza contra Libia


La jauría se lanza contra Libia

Solución entre Libaneses. No mas intervenciones imperialistas.

Solo existe una razón suficiente para los países imperialistas para empujar al Consejo de Seguridad de la ONU, para que imponga las sanciones más duras contra Libia. Esta razón es el petróleo de alta calidad que tiene Libia. Pero también han realizado otras acciones: reunir al Consejo de los Derechos Humanos en Ginebra y tomar medidas contra Al Gaddafi, por la “Masacre”, que nunca han existido,  contra su pueblo. Esta “masacre” se parece a las armas de destrucción masiva en Irak. El propósito es el mismo en Libia, adueñarse del petróleo-cuando Israel masacró a los Palestinos en la franja de Gasa matando a más de mil personas entre niños/as, mujeres y ancianos, toda esa jauría de imperialistas de Europa y Estados Unidos estuvo callada. Se trata de una doble moral o de una moralidad asquerosa.
Los países imperialistas de uno y otro lado del Atlántico  usan su bastión armado hasta los dientes para agredir a Irak, causándole más de un millón de muertos; atacan a Afganistán y Pakistán causándoles miles de bajas; pero esos muertos no cuentan, tampoco cuentan los derechos humanos de esa pobre gente.
La Hillary Clinton dice que ninguna opción es desechable, es decir, que su primera opción puede ser la intervención militar. El hambre por el petróleo los llevaran a abrir una guerra más.
Hace cinco días, un avión no identificado bombardeo una vieja base militar de Libia. Ahora frente a las costas de Libia hay varios barcos de guerra. De manera que la intervención militar puede suceder en cualquier momento. Sin embargo la oposición de Gaddafi esta diciendo que no desean intervención del exterior de donde provenga.
El gendarme del mundo se ha activado nuevamente: no hay zona del mundo que no este amenazada, incluso en América Latina, que se había mantenido fuera de amenaza inmediata, ahora está bajo la amenaza de la cuarta flota y del comando sur, que pueden actuar en el momento oportuno.

Uno de los recursos naturales mas valiosos de los países pobres, el petróleo, se revierte en contra de esos mismos países, por la voracidad de los países imperialista principalmente Estados Unidos e Inglaterra y reavivan el neocolonialismo en todo el mundo para implantar  el Neoliberalismo. La suerte de esos países ahora está en las manos de las transnacionales como la Texaco Exxon Móvil, Chevron, etc.


Libia, levántate, une a tu pueblo, haz morder el polvo de la derrota al imperialismo yanqui que te quiere dividir. 
Las razones de la insurrección del hambre y la pobreza en Túnez o Egipto difieren de las de Libia. La problemática Libia es de otra naturaleza, de la complejidad de su conformación como nación.

Humberto Gómez García
Trincheras de Ideas
Ni siquiera en los tiempos del sátrapa y criminal de guerra George Bush se había desatado una campaña tan falaz, mentirosa, cobarde, ruin como la desatada por el gobierno imperialista norteamericano y el complejo mundial mediático que controla, y los gobiernos de la UE contra un país y una nación como lo vienen haciendo desde hace unas tres semanas contra Libia y el presidente Gaddafi. Nada ha sido más burdo, ni siquiera el ansia ingerencista, colonialista de los gobernantes norteamericanos; cínicos hasta más no poder en sus ambiciones, hablan públicamente de sus contactos abiertos con una oposición monárquica, a quien aúpan y apoyan de manera descarada, sin recato alguno.
El presidente Obama –casi clandestino en su gestión–, la cancillera Clinton –quién lleva la voz cantante del gris y opaco gobierno–, pero sobre todo el complejo militar industrial y las compañías petroleras se frotan las manos por el pingüe negocio que significaría meterle la mano al petróleo libio. Porque ese -¿a qué dudarlo? – es el objetivo de este divisionismo, de partir a Libia en por lo menos tres pedazos y repartirla para explotarla mejor.
Ya la insurrección popular en Túnez y Egipto, las revueltas en el Yemen o en otras naciones, reinados, emiratos, califatos dejaron de ser noticias para las agencias internacionales de noticias manejadas y controladas –y eso hay que remarcarlo y denunciarlo permanentemente– en primer lugar por el imperialismo norteamericano y sus secuaces europeos. La noticia fabricada, inventada; las matrices de opinión se refieren a masacres como la ocurrida en Trípoli ordenada por Gaddafi, masacre que nunca existió. O un bombardeo en el barrio de Fascilum, de Trípoli, que nunca se produjo. O las fosas comunes con fotos trucadas, en Tadjoura, suburbio de Trípoli donde supuestamente se encuentra dicha fosa común. Allí lo que existe es en realidad un cementerio que siempre ha existido. Tampoco los rebeldes anti Gaddafi nunca conquistaron el aeropuerto militar de Mitigar.
¿Por qué esa campaña de mentiras y desinformación tan atroz e implacable?
Además de lo ya dicho de la ansiedad por poseer y controlar el petróleo libio, un decadente imperio que vive su peor e irreversible crisis económica, que ya no controla el mundo como antes, tiene su burguesía, sus transnacionales que borrar de la faz del mundo árabe el ejemplo que ha significado la revolución social en Libia donde se ha construido un poder popular. Ningún país del Norte de África puede exhibir los niveles de desarrollo alcanzados por el pueblo libio ni han alcanzado su estándar de vida.
Las razones de la insurrección del hambre y la pobreza en Túnez o Egipto difieren diametralmente de las de Libia. La problemática Libia es de otra naturaleza, de la complejidad de su conformación como nación. Los avances y las conquistas logradas por ese gran pueblo en 40 años de proceso revolucionario no pueden tirarse al cesto de la basura, ese es un error histórico imperdonable, un inadmisible retroceso, como lo es el pretender volver a la monarquía que murió hace cuatro décadas.
Corresponde al pueblo libio buscar las salidas, en paz, a su crisis interior, sin injerencias, sin las provocaciones del extremismo, de la CIA, del Mossad, del imperialismo yanqui, del sionismo criminal, de los imperialistas europeos. La unidad de todo el pueblo libio –es elemental pensarlo– es la garantía de la victoria ante la adversidad, las agresiones internas y externas. Los asuntos internos de Libia sólo corresponden a los libios, a ese pueblo de guerreros, buscarle una solución armoniosa. El problema no es Gaddafi, él es sólo un símbolo, un gran líder que no es eterno, que ha cometido errores y se ha confiado demasiados en aquellas naciones imperiales que hoy quieren derrocarlo, el problema, lo repito, es la revolución, sus conquistas y avances. Si Libia cae las hienas van a querer destrozarlo, todo habrá fracasado y el esfuerzo de un pueblo se habrá perdido por siglos.
Ya el imperio yanqui asomó sus garras al mover sus naves de guerra a las costas de Libia. Como no puede acusar a Gaddafi de tener armas de destrucción masiva como pretexto para invadir Libia, utiliza las armas letales y destructivas de la desinformación, de la mentira en gran escala a nivel mundial para ablandar a la opinión pública del orbe, generar confusión y así poder agredir militarmente –con el apoyo incondicional del sionismo israelita– al país, proyecto largamente acariciado por los imperios de Europa y de Norteamérica.
Para eso, piensan los revolucionarios del mundo, se debe estar preparando Gaddfi, el gobierno y el pueblo. Una invasión militar es una carta de demasiado riesgo, eso también lo sabe el imperio, La estrategia sería desembarcar en aquellas zonas supuestamente en manos de la oposición monárquica para, a partir de allí, no sólo comenzar a controlar el flujo petrolero hacia Europa, sino utilizar ese escudo humano para avanzar sobre Trípoli y otras importantes ciudades leales a la revolución.
¿Qué va a pasar en la zona, con las naciones amigas de Libia, las que sufrirían los efectos devastadores de una guerra relámpago imperialista, sólo serán espectadores viendo ante sus ojos, esta vez sí, una descomunal masacre o defenderán a Libia?
Por supuesto, los precios del petróleo se dispararán por encima de los 200 dólares, precisamente por allí viene la maniobra inglesa cuando su ministro de relaciones exteriores, comenzando la crisis en Libia, lanzó la mentira de que Gaddafi iba rumbo a Venezuela en busca de asilo. El inglés sabía la mentira porque está metido en la conspiración y trataron de hacer un juego típico del capitalismo, crear una falsa crisis para que los precios del crudo se elevaran porque, en el marco de su aguda crisis económica, eso le convenía el alza del crudo Brent del Norte, como le conviene toda esa crisis creada en Libia. No nos extrañe que si al final el ejército norteamericano se lanza por el despeñadero de una invasión a Libia, cuente con el apoyo solícito y sumiso de los gobernantes ingleses, como lo tuvo en la invasión a Irak o a Afganistán.
Jamás imaginamos al pueblo libio rendido, dándole loas a los invasores, permitiendo la partición del sagrado suelo de la patria en tres o más pedazos, volver al colonialismo, a una monarquía de cartón y a un sector de la población apoyando aquella barbaridad, burdas marionetas de los criminales ejércitos imperiales para guardar las apariencias. Imaginamos, sí, a un pueblo bravío, dando la batalla, haciendo morder el polvo de la derrota a los invasores, peleando por cada metro del país, no cediendo ni un ápice de dignidad.
Que se remoce el nacionalismo y el socialismo árabe, el ideario nasserista de los años 50, el ideario del poder popular. Las masas árabes ya se han rebelado, ni los tunecinos, ni los egipcios, ni los yemenitas van a dejar solo al pueblo libio ante la agresión yanqui/europea/sionista. Los vientos soplan a favor de las mayorías árabes, de la justicia, de la libertad, de los derechos conculcados a pueblos sedientos de participación, como una vez dijo la II Declaración de La Habana, ese pueblo ya ha echado a andar y su marcha de gigantes no se detendrá hasta alcanzar su verdadera y definitiva independencia.
¡Viva el pueblo libio! ¡Viva la nación Libia, unida y sin divisiones imperialistas! ¡Viva la revolución y las conquistas del socialismo libio!